LA PAUSA CONSCIENTE



Una técnica sencilla pero muy eficaz es aquella denominada de las “Tres Respiraciones”.

Normalmente, hay muchos momentos a lo largo del día en los que volvemos a nosotros mismos: “despertamos”, es decir que, de repente, nos hallamos plenamente conscientes.

Desafortunadamente, muy a menudo, estos momentos no duran más que unos pocos segundos; enseguida volvemos a un estado similar al sueño con los ojos abiertos del que no tenemos conciencia, perdidos en nuestros pensamientos o en nuestro drama personal.

Si lo observamos directamente, nos damos cuenta de que esto es verdad. La práctica de las Tres Respiraciones nos ayuda a prolongar estos momentos de Plena Conciencia, no solamente durante una sesión concreta sino a lo largo de todo el día.

La práctica de las Tres Respiraciones consiste en introducir una pausa consciente en ese estado de sueño con los ojos abiertos, una pausa que dura tres respiraciones completas. Se hace de este modo: cada vez que nos volvemos conscientes durante un instante, formulamos la intención consciente de permanecer así, por lo menos, durante tres respiraciones completas.

No hace falta concentrarse en la respiración, hay que llevar la atención a la experiencia global del momento, cualquiera que sea esta.

Por ejemplo, si “despertamos” en un estado de impaciencia, no hay que tratar de volverse pacientes. Limitémonos a sentir. Se trata de sentir plenamente, de forma visceral, la experiencia del momento presente, con la paciencia incluida y todo lo demás. La consigna es “habitar” la experiencia a lo largo de tres respiraciones.

La práctica de las Tres Respiraciones ayuda a cultivar la nítida sensación del “estar aquí”. Intentemos este pequeño experimento: comencemos por prestar atención a nuestra respiración, percibiendo el frescor del aire que entra por la nariz. Permaneciendo con la sensación de la respiración, llevemos la atención a la experiencia global de nuestro cuerpo. Detengámonos en ello durante tres respiraciones completas con la mayor atención posible.

Una de las razones por las cuales la práctica de las Tres Respiraciones es tan útil es que no precisa de un esfuerzo intenso o prolongado. Es breve y es sencilla y se puede repetir muchas veces a lo largo del día, independientemente de nuestro estado de ánimo. De hecho, intentar embarcarnos en este ejercicio puede sernos útil tanto si estamos felices y despreocupados o bajos de moral.

Todos sabemos que el mero deseo de estar despiertos no es suficiente; las fuerzas que rigen el sueño son poderosas e infatigables. No obstante, esta sencilla práctica que no presenta dificultades puede ayudarnos a introducir momentos de claridad y presencia en las habituales nieblas del sueño con los ojos abiertos que experimentamos.

Reposemos en el presente y recordémonos de percibir lo que nos ocurre a lo largo de tres respiraciones completas.

Textos libres tomados de internet

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