ESTAR CON EL MALESTAR

Otra aplicación muy interesante y eficaz de la práctica de las Tres Respiraciones se da cuando estamos sumergidos en una experiencia dolorosa y angustiante.

Habitualmente, es muy difícil permanecer despiertos en esos momentos puesto que tenemos una repulsión natural hacia el malestar.

Pero, con la ayuda de la práctica de las Tres Respiraciones, es posible pactar con las resistencias del yo, diciéndole que nos quedaremos con el malestar sólo durante tres respiraciones. El yo está dispuesto a este compromiso porque conserva la ilusión de control, ya que este es su objetivo principal.

De este modo, la práctica consiste en decirle a la mente que sentiremos malestar a lo largo de tres respiraciones completas y que, después, decidiremos a qué prestar atención. Tened la certeza de no romper este pacto: tras esas tres respiraciones la mente se deslizará hacia sus distracciones habituales. A continuación, al cabo de un rato, volvamos a proponer el mismo acuerdo, sintiendo el malestar a lo largo de tres respiraciones más.

La cosa sorprendente de esta peculiar aplicación de la práctica de las Tres Respiraciones es la rápida sumisión del yo. A menudo, es nuestra propia resistencia la que hace las experiencias difíciles, más difíciles todavía. Pero, cuando esta se disuelve, se ve claramente que, aquello a lo que resistíamos no era más que la serie de pensamientos de los que estamos convencidos acompañados, a veces, de sensaciones físicas intensas.

Más entramos, de forma deliberada, en relación con estos momentos de sufrimiento, más comprendemos que el rechazar la experiencia es más doloroso que sentirla con plenitud. Aprendamos esta lección fundamental, al ritmo de las tres respiraciones. 

Textos libres tomados de internet

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